EN MEDIO DEL BARULLO DE LA POLÍTICA Y LOS RUIDOS DE CACEROLAS, PASÓ COMO EN UN SUEÑO UNA PAREJA BAILANDO CHAMAMÉ.
ERAN PADRE E HIJA.
NO CABÍA EN ESE ABRAZO NADA QUE NO FUERA ESPÍRITU. SE OLÍA ESE AMOR EN CADA MUDANZA.
LAS SILLAS HABÍAN SIDO ACOMODADAS EN FORMA DE MEDIALUNA Y DABAN LA CARA AL PRESUNTO ESCENARIO QUE MIRABA A LA CALLE. Y EL LÍMITE ACORDADO ERA EL CORDÓN DE LA VEREDA DEL ASILO DE ANCIANOS.
FRENTE AL ASILO, UN PESEBRE VIVIENTE COBIJABA A UN PRESUNTO JESÚS EN UNA CUNA MECEDORA HECHA DE JUNCOS.
DE LOS MÁS VIEJOS, NOSTALGIOSA.
DE LOS ADULTOS, DE ADMIRACION.
DE LOS MÁS NIÑOS, DE INDIFERENCIA.
BAJO EL RANCHO IMAGINARIO, UN ROSTRO ILUMINÓ LA TARDE.
UN RAYO HIZO QUE TODOS MIRARAN HACIA ARRIBA CON TEMOR. SALVO LA PAREJA, QUE SIGUIÓ BAILANDO. Y YO.
MI PENSAMIENTO –LO ÚNICO ETEREO POSIBLE EN EL CONTEXTO- SE MEZCLÓ EN EL ABRAZO PARA DARTE UN BESO A LA DISTANCIA.
NO PUDE IRME HASTA DECIRLE TU NOMBRE A LA MUCHACHA.
ME MIRÓ CON TERNURA, NEGÓ DULCEMENTE LLAMARSE DE ESE MODO, ME DIJO:
-ESTÁ LLOVIENDO... ¿PRECISÁS ALGO? –Y MOSTRANDO UNA SONRISA QUE ME SONÓ BURLONA, AGREGÓ.
- NO ME DIGAS QUE ES EL VIEJO TRUCO DEL ¨ME CONFUNDÍ...¨ - ME SORPRENDIO.
- NO. NO ME CONFUNDÍ. YO SE QUE LA PERSONA QUE VÍ NO ESTÁ CERCA COMO VOS, PERO QUISE DARTE UN BESO EN SU NOMBRE.
SU CARA ME DEJÓ UNA LÁGRIMA DE LLUVIA EN LA MEJILLA.
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